El Liliana volvió al mar. Después de años de abandono y reparaciones financiadas con fondos públicos, la embarcación zarpó desde el puerto de Caleta Paula como parte del relanzamiento de Santa Cruz Puede SAU, la empresa estatal que promete reactivar la pesca en la provincia. Pero detrás de este regreso, quedan preguntas sin respuesta. Muchas.
La embarcación fue reacondicionada por el Gobierno de Santa Cruz con el objetivo de reincorporarse a la flota operativa de la empresa y, en esta primera etapa, colaborar con el Ministerio de Desarrollo Social, Igualdad e Integración en la provisión de pescado para los sectores más vulnerables de la provincia. La captura obtenida será distribuida a través de los Centros de Integración Comunitaria (CIC) en distintas localidades, entre ellas el barrio San Cayetano y el CIC Virgen del Valle, en Caleta Olivia.
El Liliana había sido transferido en noviembre de 2020 a la órbita del Ministerio de la Producción por orden de la entonces gobernadora Alicia Kirchner, con el propósito de realizar tareas de mantenimiento. Sin embargo, la embarcación quedó inactiva y sufrió un progresivo deterioro. Durante este tiempo estuvo en manos de un concesionario, que ahora asumirá el costo de los insumos necesarios para su reparación.

La sombra del “Gringo” Jones, su último capitán
El BP Liliana (Matrícula 0206F), dicen, supo ser alquilado por apenas 5 mil pesos mensuales, con una opción de compra que nunca se concretó. Tampoco se encontró documentación de ese alquiler. Lo que sí se sabe es que el barco terminó deteriorado y fue el Estado el que asumió los costos de reparación. Y ahí es donde aparece un nombre: Luis “Gringo” Jones. O, al menos, su sombra. Porque aunque él insiste en que solo fue apoderado del titular del buque, su nombre siempre estuvo ligado a esta historia. Fue capitán del Liliana, gestionó contratos y, según sus propias palabras, financió parte de los arreglos con un acuerdo que, asegura, está documentado. Asegura que solo actuó como “apoderado” del verdadero titular.
Ahora, con el respaldo del gobernador Claudio Vidal, Jones parece haber encontrado una nueva puerta de entrada al negocio pesquero a través de Vepez. Se dice que busca tomar control de cooperativas y que las estrategias para consolidar su influencia ya están en marcha.
Mientras tanto, Santa Cruz Puede SAU, la empresa que opera el Liliana, ya recibió una serie de cuestionamientos: falta de pesaje a pie de muelle, ausencia de acuerdos con la marinería, uso indebido de cajones de langostino para acumular merluza. Todo bajo la atenta mirada de quienes saben que en la pesca, lo que se ve a simple vista nunca es lo más importante.
El Liliana zarpó. Lo que aún no está claro es si lo hizo para marcar el inicio de una nueva etapa o para encubrir una historia que sigue sin cerrar. Y la pregunta sigue flotando en el aire: ¿para quién realmente?
