El caso Sudelco y el dragado del río Chubut pusieron de relieve una serie de cuestionamientos sobre la idoneidad de la empresa y la verdadera preocupación por el cuidado del medio ambiente en este tipo de proyectos. Los hechos desencadenados tras la orden de la jueza Amorina Testino de detener el dragado dejaron al descubierto una trama compleja y un accionar que suscita serias dudas respecto a la veracidad del informe sobre el impacto ambiental en el puerto.
¿Acaso no deberían ser la empresa la primera interesada en demostrar que sus acciones no afectarán negativamente al medio ambiente?
Resulta cuanto menos curioso que Sudelco, la empresa ganadora de la licitación en 2022 para el dragado, haya optado por subcontratar a la firma Servimagnus S.A. bajo el argumento de que cuentan con la experiencia y el equipamiento necesarios. Sin embargo, la realidad nos muestra un escenario poco alentador: el monto del contrato ascendente a 534.161.656 pesos y el plazo de ejecución de 9 meses ya quedaron desactualizados debido a la paralización de las tareas desde octubre hasta la fecha. Además, el hecho de haber iniciado el dragado en las proximidades de las elecciones no ha pasado desapercibido, suscitando sospechas sobre las verdaderas intenciones detrás de esta decisión.
El recurso de amparo presentado por el intendente Damián Biss, en busca de detener las actividades hasta que se aclare el impacto ambiental de los desechos vertidos al mar, es comprensible y necesario. Los vecinos de la zona han manifestado su legítima preocupación por las posibles consecuencias negativas que esta práctica podría acarrear al ecosistema y a la salud de la población.
Sin embargo, Sudelco parece haber ignorado estas inquietudes y continuar con sus operaciones sin mayores contemplaciones hacia el entorno natural.
La aprobación de la adenda al informe básico de estudio de impacto ambiental por parte de la consultora RYTEC, aunque necesaria, parece no ser suficiente para despejar las dudas y la desconfianza de la comunidad. La reformulación del documento y la consideración de alternativas para la disposición final de los sedimentos evidencian falencias en la planificación inicial del proyecto.
Es fundamental recordar que el río Chubut y sus alrededores son un ecosistema frágil y vulnerable que requiere de un manejo cuidadoso y responsable. El vertido de líquidos, refulados y sedimentos al mar puede tener consecuencias irreparables para la biodiversidad y la salud de los habitantes de la zona.
Quien salió a hacerles la tarea fue el propio Ministro de Infraestructura de Chubut, Gustavo Aguilera, quien aseguró que el vertido negro que cae en el mar de Rawson es seguro. Fueron solo declaraciones para minimizar los hechos.
Sin embargo, las respuestas brindadas por el ministro resultaron insuficientes para calmar los ánimos y las inquietudes de los vecinos. La mera afirmación de que la obra cuenta con la aprobación de un Estudio de Impacto Ambiental previo a la licitación no alcanza para demostrar una verdadera preocupación por el medio ambiente y una adecuada gestión de este tipo de proyectos.
El caso Sudelco y el dragado del río Chubut reflejan la necesidad de abordar con mayor responsabilidad y seriedad los impactos ambientales antes de embarcarse en proyectos de esta magnitud. La protección del medio ambiente y la salud de las personas no deben ser negociables en aras de un emprendimiento económico.