En la eterna discusión entre empresarios y sindicatos, siempre se exigió lo mismo: poner los números sobre la mesa y analizarlos entre todos. Ahora, los armadores pesqueros compartieron con REDES AL MAR un detalle minucioso de lo que cuesta salir a pescar langostino, y los datos son contundentes: por cada 100 toneladas congeladas a bordo, el 59% del gasto se va en salarios y cargas sociales. Sumando combustible, reparaciones, estiba, impuestos y retenciones, el total de egresos llega al 115% de los ingresos, dejando al sector con una rentabilidad negativa del 15,4%. En otras palabras, pescar langostino en Argentina genera pérdidas. Y, con este escenario, la temporada en aguas nacionales está en jaque.

Lo que llama la atención es que, hasta ahora, pocos tenían acceso a este desglose tan específico. Los gremios insistían en que las empresas debían transparentar sus costos, y los empresarios afirmaban que no podían sostener el negocio con convenios laborales tan elevados. Ahora, con los números a la vista, el panorama se ve más claro, pero también más preocupante.
El dato que más ruido hace es el peso de los salarios. Los armadores dicen que nunca antes representaron un porcentaje tan alto en la estructura de costos. Señalan que la actividad no es viable con estos números y que, si no hay cambios, muchos barcos seguirán amarrados.
Según este cuadro, el combustible representa un 11% del total, las reparaciones y repuestos un 6%, la estiba un 4%, y los costos financieros y fiscales otro 5%. Además, se destina un 12% a costos de estructura (principalmente personal de tierra), mientras que las retenciones a la exportación absorben el 6% y el derecho único de extracción (DUE) un 1%. En conjunto, estos ítems superan los ingresos, lo que explicaría por qué las empresas apuntan con no salir a pescar si no hay un acuerdo que alivie la presión.
La gran pregunta es cómo van a reaccionar los sindicatos ante este detalle pormenorizado. Hasta ahora, los gremios se niegan a modificar los itms de producción, bajo el lema «No a la baja», argumentando que no son los sueldos los que generan las pérdidas. Pero con estos datos a la mano, los empresarios esperan que se abra una nueva instancia de diálogo, una en la que todas las partes se sienten a negociar en serio.

Esta semana se vio la primera reacción de los marineros en todo el país: sin el respaldo de la conducción del SOMU, agrupaciones se movilizaron para hacerse escuchar: quieren salir a pesca, que no se les modifique el salario, y le reclaman a su propio sindicato más acción en la cuestión. Ven que el tiempo pasa y no tienen información de lo que van a hacer en temporada.
Mientras tanto, la temporada de langostino en aguas nacionales sigue sin comenzar, y la incertidumbre es total. Sin un consenso sobre los costos, la flota podría quedarse amarrada a puerto, y eso impactaría de lleno en la economía de las localidades costeras. En un contexto así, poner los números sobre la mesa podría ser la última esperanza para destrabar un conflicto que parece no tener fin.