Por Isabel Zárate.
Un equipo de investigadores mendocinos del Instituto de Medicina y Biología Experimental de Cuyo (IMBECU), junto a miembros del Conicet, han encontrado la presencia de microplásticos en peces autóctonos de Mendoza. Este descubrimiento es significativo, ya que nunca antes se había documentado la contaminación por microplásticos en Mendoza.
Esta noticia se une a otras que vemos en forma periódica en diferentes medios de prensa, especializados y no.
En todos leemos que los microplásticos son extremadamente dañinos para las especies acuáticas y generan incertidumbre sobre su impacto en otros animales de las diferentes regiones.
Esta problemática tiene su foco también en la actividad marítima y portuaria. Millones de toneladas de plástico llegan al océano cada año y según datos del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), entre el 60% y el 90% de la basura marina que amenaza la biodiversidad y la seguridad alimentaria está formada por polímeros plásticos. El Banco Mundial corrobora estas cifras, asegurando que la toxicidad de los residuos plásticos en los océanos amenaza la existencia de más de 7.000 especies de peces en todo el mundo.
Ante esta perspectiva, en una resolución aprobada en 2021, el Parlamento Europeo urgió medidas para reducir los residuos marinos, que incluyen más restricciones sobre los plásticos de un solo uso y fomenta el uso de materiales sostenibles para la fabricación de artes de pesca. Los eurodiputados subrayaron que la basura marina afecta tanto a los ecosistemas como a los consumidores, así como a la pesca y a los pescadores.
Continuando con experiencias europeas, investigadores de la Universidad de Cádiz (UCA), han puesto en marcha el proyecto Ecopuertos que se centra en la investigación y en la extracción de residuos marinos – tanto de los fondos profundos, a través de barcos arrastreros, como de los someros, para lo que se usan buceadores – en la costa de Granada con el fin de actuar en el origen de éstos y en su procedencia. Los residuos recogidos en esta zona se clasifican y analizan con el objetivo final de crear un mapa en el litoral español. No se trata solo de limpiar los fondos marinos, sino además, conocer de dónde provienen esos residuos y poder elaborar planes y estrategias que minimicen su llegada al mar.
Con motivo del Día Mundial de los Océanos, que se celebró el pasado 8 de junio, Mares Circulares, un programa que Coca Cola creó en el 2018 para buscar soluciones de los recipientes que terminan en el océano, difundió acciones que se están llevando a cabo, como por ejemplo el reciclado plástico recogido de los fondos marinos y las playas para fabricar bancos y botellas. Mares Circulares ya había conseguido que el plástico PET obtenido durante las limpiezas de entornos acuáticos se separe y forme parte de la primera botella con un 25% de plástico marino apta para su uso alimentario. Ahora se ha logrado dar una segunda vida al plástico no PET, como restos de redes, bolsas o film muy degradado y mezclado que se encuentra en nuestros mares y océanos, y que no se sabía cómo reciclar. Su reutilización ya es posible gracias a una tecnología pionera impulsada en colaboración con Asociación Vertidos Cero, Aimplas, (Instituto tecnológico del plástico) y Plàstic Preciós, ONG experta en la concienciación de la economía circular y el reciclaje de plástico. El resultado son bancos elaborados de forma artesanal, con plástico reciclado del cual entre un 30% y un 50% es de plástico no PET cuyo origen son las basuras marinas recogidas por más de 500 pescadores de 104 barcos en 15 puertos. Para elaborar estos bancos se han procesado unos 5.200 kilos de basura marina recuperados del mar.
Que pasa por nuestra región
En territorio nacional, la gravedad del asunto es aún peor que en el promedio de naciones costeras. Un estudio realizado por investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) alertó en una zona de la plataforma patagónica una presencia de residuos plásticos tal que registra uno de los índices de contaminación por microplásticos más elevados del planeta. Estudios análogos llevados a cabo en los últimos años en las rutas marítimas de nuestro país arrojan resultados igual de alarmantes.
El 76,1 por ciento de las microfibras detectadas en el área estaban compuestas por tereftalato de polietileno, un plástico usado en envases y prendas. Las partículas son microfibras en forma de hilo, de 0,01 a 5 milímetros, pueden ser desde prendas de vestir (a partir del lavado doméstico), redes y cuerdas. Estas microfibras, al ser tan pequeñas, se superponen con el plancton que sirve de alimento para muchas especies.
El mismo informe del CONICET menciona que entre las especies afectadas por estos plásticos y por todos los demás residuos marinos, un 35,55% fueron peces óseos, seguidos por aves (31,11%), invertebrados (13,33%), mamíferos (13,33%) y reptiles (6,66%).
Si consideramos que la crisis ambiental es un emergente de los modos de producción y consumo actuales; la integración de sectores y el compromiso social, tanto de las diferentes industrias que tienen como fuente de su actividad, en el plano que sea, a los océnos, las instituciones y los organismos públicos, surgen como herramientas clave para fomentar la valoración y cuidado del mar.
En Argentina existe un abundante y variado marco legal plausible de ser aplicado en la prevención y reducción de la contaminación por plásticos. A través de varios instrumentos internacionales (ej. MARPOL 73/78, CDB), nuestro país está comprometido con la conservación de los ambientes costero-marinos, la biota y la prevención de la contaminación. Esto está también integrado en instrumentos regionales como el Tratado del Río de la Plata y su frente marítimo. Si bien este último no incluye regulaciones específicas sobre los plásticos, proporciona el marco para regular la gestión de RSU y llegar a un consenso sobre los esfuerzos conjuntos entre Argentina y Uruguay para reducir la contaminación por plásticos en el Río de la Plata.
Como dijimos al principio de esta nota, en forma permanente se llama la atención desde los diferentes medios de comunicación e informes técnicos sobre la gravedad de los residuos marinos y su impacto en los ecosistemas.
Es importante centrarnos en la prevención de la contaminación, la limpieza de la contaminación existente, la protección de la vida marina y la promoción de políticas sostenibles y respetuosas con el medio ambiente.
Al fin y al cabo, la Tierra es un planeta de agua. Y nuestra supervivencia depende de cuidarla y protegerla.