La temporada de langostino en aguas provinciales parece estar mostrando señales de agotamiento en sus capturas, un indicio que preocupa pero también abre juego para no atorar las plantas locales. Aunque algunos barcos lograron tocar puerto con buenos rendimientos de captura, la mayoría de la flota amarilla tuvo que redoblar esfuerzos para alcanzar resultados que, en otros momentos, habrían sido menos exigentes.
El domingo fue un día clave para medir el pulso de la temporada. Entre los buques que marcaron la diferencia estuvieron el Nuevo Anave, el Pardelas y el Dibona, cada uno con viajes de aproximadamente 1300 cajones en bodega, mostrando que todavía se pueden lograr buenos desempeños a pocos kilómetros de Puerto Rawson. Sin embargo, el panorama general fue más modesto: la mayoría de los barcos de la flota amarilla tuvo que volver a salir al mar para un segundo viaje tras registrar entre 700 y 800 cajones en el primero. Incluso con ese doble esfuerzo, muchos no lograron superar los 1200 cajones, un objetivo que semanas atrás se alcanzaba con mayor facilidad.
Para la flota artesanal, las cosas no fueron más sencillas. El fuerte temporal de viento y la operación sin tangones limitaron aún más las capturas. En el mejor de los casos, lograron llenar un 70% de sus bodegas, pero la mayoría rondó apenas el 50%.
A este ritmo, las descargas más moderadas parecen allanar el camino para una temporada que podría extenderse más allá del 30 de enero. Si bien es verdad que pone a los armadores en una situación de gestionar las entregas a las plantas, también les da cierta ventaja al colocar el producto en tierra evitando el sobrestock como en épocas de abundancia.
El futuro de esta temporada está lejos de estar definido.