Un denso humo negro se eleva desde la proa del Buque Pesquero Orel, sumido en un incendio en el «Cementerio de Barcos» junto al muelle Storni de Puerto Madryn. Este barco interdicto, que había sido capturado pescando ilegalmente en aguas nacionales hace ya casi 20 años, se encuentra ahora bajo titularidad del Estado Nacional, habiendo sido abandonado en la playa de zona sur del muelle.
No es la primera vez que acontece un incendio en el buque de origen ruso. Situación similar había sucedido en el año 2012, lo que hoy resulta irrisorio pensar que se debió a un simple desperfecto y no como resultado a la presencia de alguna persona indebida allí dentro.
El incendio desató una complicada situación para los equipos de emergencia, quienes se enfrentan a múltiples desafíos debido a los diversos materiales que fueron dejados a bordo del barco. En un trabajo por sofocar las llamas, se requiere el uso de equipos autónomos para garantizar la seguridad de los bomberos, mientras se bombea agua de mar y espumas especiales diseñadas para extinguir incendios en embarcaciones.
La tarea de extinguir un incendio en un buque resulta sumamente compleja debido a los materiales presentes a bordo. Los distintos paneles en el interior de la nave, muchas veces en ignición, complican aún más la labor de los equipos de emergencia. La Guardia Costera, en colaboración con la Prefectura Naval Argentina (PNA), cumple la custodia del Buque Orel y trabaja para controlar y extinguir las llamas.
El Buque Orel, en su lamentable condición actual, es un recordatorio tangible de los peligros de la pesca ilegal y de los riesgos asociados con las embarcaciones abandonadas. Aunque haya sido capturado y confiscado hace más de dos décadas, su presencia en el Cementerio de Barcos sigue siendo un desafío para las autoridades marítimas y las agencias encargadas de la seguridad.