Mientras Chubut concentra todas sus miradas en el boom del langostino que en los últimos años estuvo hackeado o por conflictos gremiales o por el precio del producto que repercute en el consumidor, Chile consolidó y continúa profundizando un modelo productivo en sus costas del Pacífico no solo más rentable, sino también con una demanda a nivel mundial exorbitante.
Pero como todo proceso exitoso, se tienen que fusionar o amalgamar una serie de eslabones centrales para que la cadena o el paradigma pueda transformarse en un proyecto sin fisuras o, al menos, con el menor resquicio de grietas posibles.
Alicia Gallardo Lagno es una eminencia de la acuicultura a nivel mundial y pasó por el Foro Pescar que se desarrolló en Puerto Madryn días atrás. Se trata de una reconocida médica veterinaria y política chilena, que ejerció como subsecretaria de Pesca y Acuicultura en el segundo gobierno de Sebastián Piñera, siendo la primera y única mujer en ocupar ese cargo.
Gallardo Lagno fue y es una piedra angular en la historia de la acuicultura en Chile.
LA GENÉSIS DEL INTERÉS Y EL AUGE DE LA ACUICULTURA
Todo comenzó en la década del 80, cuando Chile vio en Noruega un modelo a imitar. El país nórdico de Europa es, por lejos, el padre de la acuicultura, fundamentalmente por sus resultados, avances, políticas, reglamentación, investigación e inversión en este segmento.
El informe realizado por REDES AL MAR describe que Chile vio una gran oportunidad en el modelo noruego gracias a las bondades que exhiben sus costas del Pacífico y a partir de ahí abrió canales de diálogo con los principales productores del país europeo, como así también con autoridades políticas para entender cómo desarrollaban la acuicultura.
“Con la acuicultura en Chile no tiramos la pelota al córner, tuvimos hambre de gol, aunque tuvimos problemas”, confesó Gallardo Lagno, quien se siente muy identificada con el fútbol debido a que su padre practicó el deporte durante varios años.
El sector privado de Chile fue adquiriendo experiencia sobre la acuicultura en 1980, mientras que el sector estatal no se inmiscuyó en el tema.

A principios de la década del 80, Chile comenzó a importar ovas (huevos) de salmones provenientes de Noruega. Esto se dio, debido a que la acuicultura en Chile estaba en una etapa embrionaria.
Sin embargo, Gallardo Lagno confesó que “es clave, cuando uno quiere incursionar en determinada industria, saber cuál es el material genético, principalmente desde el punto de vista sanitario”.
Las palabras de la eminencia en acuicultura a nivel mundial hacían alusión a que las ovas pueden transmitir enfermedades y el costo de esas enfermedades puede ser muy alto para un país.
Antes de 1985, Chile trabajó asociado a Noruega en la producción acuícola. En ese proceso, adquirió experiencia y conocimiento para poder poner en marcha en forma lenta y paulatina, criadores de salmón sobre el Pacífico.
Entre 1985 y 1990, Chile tuvo su primera prueba piloto con salmones, mientras que a partir de 1990, productores del país se unieron para crear un instituto tecnológico y empezar a buscar mercados y productos.
A partir del 2000, la acuicultura en Chile fue una política: Iniciaron la transferencia tecnológica, comenzó el éxito productivo y comercial y un crecimiento en el impacto social y económico.
En 2007, por ejemplo, Chile exportaba salmón por 2.000 millones de dólares, lo que actualmente exporta Argentina por todas sus especies.
EL VIRUS Y CÓMO SUPERARON LA CRISIS
Todo era “oro rosa” en Chile. La acuicultura florecía en el Pacífico sur, las exportaciones eran cada vez más altas, la generación de empleo crecía al igual que las inversiones, pero como toda actividad, cuando se transforma en un boom, no crece al mismo ritmo de los controles, las reglamentaciones ni de las medidas preventivas.
En Chile apareció un problema que derrumbó la industria del salmón: La enfermedad a través del virus ISA, que provocó la disminución del 75% de la producción salmonera en el país trasandino, de acuerdo a la especialista Gallardo Lagno.

La Anemia Infecciosa del Salmón (ISA en sus siglas en inglés) es una enfermedad que afecta al Salmón Atlántico.
Esta enfermedad -que se presenta principalmente en la etapa del ciclo que se desarrolla en agua de mar- no afecta a otros peces, moluscos o productos del mar. Tampoco se presenta en seres humanos y está científicamente demostrado que es una enfermedad altamente específica.
Además, a finales de la década de los 80 y comienzos de los 90, cuando la enfermedad prevaleció en Noruega, este país produjo un orden de 150 mil toneladas para el consumo humano. No hay evidencia de que el consumo en ningún país haya resultado con efectos adversos para la salud humana, tanto para quienes trabajan en la industria acuícola como para el público general.
En junio de 2007, un centro de engorda de Salmón Atlántico (Salmo salar) situado en la zona central de la isla de Chiloé, presentó un marcado incremento de mortalidad posterior a un brote de Pisciricketsiosis.
Por su sintomatología se confirmó como un brote de Anemia Infecciosa del Salmón (ISA), el primero de presentación clásica y el primero en afectar a esta especie en Chile. A partir de julio de 2007 se manifestó la enfermedad causando mortalidades en el Salmón Atlántico, en un centro de cultivo de la zona de la Isla Lemuy, Chiloé (Salmociencia in press).
Se perdieron empleos, millones de dólares y la industria de la salmonicultura entró en parálisis en todo Chile.
¿Cómo salió adelante el país?: “Armaron inmediatamente grupos de trabajo, viajaron a Noruega y Escocia para hablar con expertos acuícolas, efectuaron análisis de riesgos, identificaron puntos críticos de control, implementaron medidas de mitigación del riesgo a lo largo de la cadena de valor, modificaron la legislación, aumentaron las capacidades de Sernapesca, establecieron diálogo permanente de cooperación internacional con FAO”, precisó Gallardo Lagno.
Y agregó: “No se movía un pez sin que se le haga un PCR”.
El problema lo pudieron superar a fuerza de ciencia, controles, monitores y el involucramiento tripartito de lo público, lo privado y lo académico.
A tal punto que la eminencia chilena en acuicultura confesó que actualmente “estamos trabajando con ovas nacionales, no estamos importando desde hace dos años”.
Además, en Chile ya hay casas genéticas que están trabajando para mejorar las especies. “La industria chilena no fue solamente la ova, fue más infraestructura, camiones, transportes, puertos, los profesionales. Fue un combo”, indicó la exfuncionaria que disertó en el Foro Pescar.
ALGUNOS NÚMEROS DE LA ACUICULTURA EN CHILE
Gallardo Lagno subrayó que la acuicultura en Chile es tan trascendente, que el Gobierno nacional instrumentó un fondo cíclico de inversión para investigación que depende de la cartera económica.
Actualmente, Chile exporta salmón a más de 150 países y está entrando a mercados a los que nunca había ingresado. “Los consumidores comen el salmón y están encantados con nuestro salmón”, puntualizó la especialista.
Las exportaciones acuícolas de Chile fueron de 7.000 millones de dólares en el último año, mientras que Argentina exportó con todos sus productos pesqueros 2.200 millones de dólares. Esto es una radiografía acabada del boom acuícola de Chile y del impacto económico que tiene para el país trasandino.
“Nos quedan desafíos, como aspectos ambientales, tenemos que tener muchas más mediciones no solo sobre el impacto ambiental de la acuicultura sobre el medio ambiente, sino del medioambiente sobre la acuicultura, porque muchas veces tenemos espacios de agua contaminados”, concluyó Gallardo Lagno.
EL PRESENTE Y EL FUTURO
Para no repetir errores del pasado que dejaron al borde de la quiebra a la actividad, en el país vecino consideran imprescindible monitorear el medio ambiente, analizar los aumentos de temperatura y todas las variables que son clave para entender cualquier problemática que pueda afrontar la acuicultura.
Por primera vez en la historia, la acuicultura superó los niveles de la pesca a nivel mundial. Por lo tanto, los países están con una tendencia a producir o a volcarse más a esta actividad.
“Se espera que la acuicultura para el 2030 aumente un 14 por ciento. Noruega, que es el mayor productor de salmón en el mundo está pensando en aumentar su producción entre un 10 y un 15 por ciento”, confesó Gallardo Lagno.
El mundo está cultivando peces de carpas ciprínidos, truchas, las ostras, moluscos, algas, crustáceos y otras especies. La acuicultura ya es hace tiempo una realidad en otros países. En Argentina, la actividad es incipiente y el empresariado no termina de soltar el langostino y la merluza.