La Cámara de Frigoríficos Exportadores de la Pesca (Cafrexpor) sumó su voz de alerta. Su gerente, Mariano González, insiste en que el sector necesita medidas urgentes para evitar que la falta de competitividad termine golpeando aún más a las empresas. El diagnóstico es mismo: los costos son asfixiantes y el Estado tiene mucho que ver en eso. Mientras intentan abrir canales de diálogo con el gobierno nacional y provincial de Buenos Aires, advierten que la situación ya está dejando marcas, con algunas plantas cerrando sus puertas.
Desde hace tiempo, Cafrexpor viene presentando informes y estudios que detallan el impacto de la carga impositiva, el costo de los derechos de exportación y las regulaciones que afectan la rentabilidad de las empresas pesqueras. Pero, según González, las respuestas fueron escasas: «Hemos tenido reuniones, hemos entregado información, pero realmente no hemos podido tener un diálogo directo y franco con quienes toman las decisiones», lamentó.
Para sumar más detalles al problema, el sector está trabajando con consultoras que están desglosando la estructura de costos. Y los resultados no sorprenden: una gran parte de ese peso recae en la intervención del Estado: «Nos encontramos con impuestos distorsivos, como el de Ingresos Brutos a nivel provincial, que alteran los precios y afectan la competitividad. Pedimos que nos permitan ser competitivos, pero esto va más allá de lo que el sector puede resolver solo», explicó.
Una de las principales críticas es que las empresas pesqueras no fueron excluidas del pago de estos derechos, a diferencia de otras economías regionales. Pero más allá de esa clasificación, el problema de fondo es otro: la estructura de costos es un lastre que le resta competitividad a los productos argentinos en los mercados internacionales. «Siempre lo advertimos: si seguimos cargando de costos al sector, en cuanto la economía se enfríe, se va a notar la falta de competitividad. Y eso es exactamente lo que está pasando ahora», sostuvo.
Según González, la eliminación de los derechos de exportación sería un alivio, pero no la solución definitiva: «Seguimos con una estructura de costos altísima que afecta la rentabilidad. Lo que falta es que nos sentemos y tomemos decisiones concretas sobre cómo ordenar todo esto», remarcó.
La incertidumbre no solo afecta a las grandes empresas, sino también a las más chicas, a las que procesan en tierra y a las que lo hacen a bordo. Todas comparten una preocupación: si la situación sigue así, se frena la inversión y se complica el futuro del sector. «El recurso lo tenemos, está a pocas horas de la costa argentina. Pero si no tomamos medidas, nos quedamos fuera de juego», advirtió.
Mientras el sector trata de organizarse y ajustar sus propias estructuras, esperan señales claras del gobierno. La preocupación crece porque ya hay empresas que están cerrando, una advertencia de que las decisiones no pueden demorarse mucho más.