Mientras aún sigue abierta la temporada en Rawson, las miras ya están puestas en lo que suceda en aguas nacionales dentro de pocos meses. Y sobre la mesa ya empiezan a plantearse cómo se van a dar las negociaciones paritarias que ineludiblemente deberán contemplar la compleja situación exportadora del sector.
Desde la Cámara de Armadores de Pesqueros y Congeladores de la Argentina (CAPECA) ya adelantaron su propuesta: bajar los salarios un 30%. La idea, según explicó Eduardo Boiero, presidente de la entidad, es «sincerar el valor de producción» donde los costos laborales y las retenciones presionan con fuerza sobre la rentabilidad. Si los números no cierran, advierte, algunos barcos podrían no salir a pescar.
Boiero detalló que el sector está haciendo un análisis de costos para evaluar las posibilidades reales de operar en la próxima temporada, que arrancaría en abril. “Estamos en un análisis de estructura de costos y las posibilidades de trabajar”, sintetizó. Entre los factores que afectan la rentabilidad mencionó las retenciones, el costo laboral y el precio internacional del langostino, que cayó a la mitad en los últimos años.
En cuanto a las retenciones, CAPECA solicitará al Gobierno una reducción temporal para esta temporada: “Estamos pidiendo, por lo menos en esta temporada, una quita temporal de retenciones que nos permitirá al menos tener ese 6% y nos ayudaría a tener rentabilidad”, explicó Boiero.
Pero el punto más fuerte de su planteo es el costo laboral. Según él, los salarios de las tripulaciones están desfasados en relación al valor actual del langostino: “Las tripulaciones hoy tienen un peso en la estructura del costo que es superior a lo razonable”, señaló. Y lo justificó con números: “Cuando se hizo el acuerdo de producción, de lo que se cobra por producción, se hizo en 2005 cuando el langostino valía US$ 12 o más, y hoy no llega a los US$ 6”.
El problema, según Boiero, es que ese valor de referencia nunca se actualizó: «Entonces tenés los salarios muy atados a un valor del langostino que no es real. Eso hace que la incidencia del costo de la tripulación en los barcos de langostino sea del 60% de lo que trae, cuando lo razonable en el trabajo a la parte es el 33-34%. Hay un desfasaje importante, entendemos que no es sencillo, pero la idea es sentarse y tratar de mostrar la realidad, para ver si llegamos a un acuerdo que sea beneficioso para todos”, señaló.
La advertencia es clara: si los precios no mejoran y no vuelven a valores más viables, algunos barcos podrían quedarse en puerto: “Si los precios no mejoran y no vuelven a valores más viables, puede pasar que los barcos no salgan porque los números no dan, nadie sale a pérdida. Los barcos no saldrían porque no dan los números, salen a perder plata”, remarcó.
Boiero reconoce que la discusión no será fácil, pero cree que es un debate necesario para garantizar la continuidad del negocio: “Que todos puedan ganar. Entiendo que en porcentaje es mucho, pero peor es no trabajar. Además, que la empresa se funda tampoco es bueno para nadie. Es un tema de madurez”, señaló en diálogo con FM EL CHUBUT.
Por lo pronto, ya comenzaron las reuniones informales con el Gobierno y los gremios para exponer la situación. “Mostrando los números y explicando la situación”, contó Boiero. Y dejó una pregunta abierta: “Este negocio, hoy, no es viable. ¿Qué hacemos?”.
Lo positivo, según él, es que se está discutiendo con tiempo para evitar que “nadie se quede un día sin trabajar”.