Por María Isabel Zárate. Titular en MIZ & Asociados / Patagonia Blue Accelerator
La comunidad mundial empresaria y emprendedora tiene entre sus conceptos más usados en los últimos tiempos, el de IA – Inteligencia Artificial. ¿Qué es esto?
La definición de inteligencia artificial (IA) se puede entender como la capacidad de las máquinas para llevar a cabo actividades y desempeñar funciones que normalmente requieren inteligencia humana: como el análisis y procesamiento del lenguaje natural, la identificación de patrones, la toma de decisiones autónomas, entre otras. Un cerebro artificial actuando como un humano dando respuestas a desafíos en todos los ámbitos.
Ahora bien, sabemos que el potencial de los océanos y mares es inmenso, ya que cubren más del 70% de la superficie terrestre y albergan una gran riqueza de recursos naturales. Sin embargo, el uso insostenible y la sobreexplotación de estos recursos han llevado a problemas como la pesca excesiva, la contaminación marina y la pérdida de biodiversidad.
Recordando la interpretación de economía azul, la misma busca utilizar los recursos marinos para el crecimiento económico, mejorar la vida de muchas personas y crear oportunidades laborales. Involucra a diversas industrias, como la acuicultura, la pesca, el transporte marítimo, las energías renovables marinas y muchas más.
La economía azul desempeña un papel vital en la sociedad y se centra en mejorar la vida humana y disminuir los peligros ambientales. La pesca ha creado más de 350 millones de trabajos en todo el mundo, el 80% del comercio mundial se realiza mediante transporte marítimo y la acuicultura suministra el 50% del pescado que consume la gente. Sin contar la importancia que tiene para las ciudades costeras, el turismo azul.
En estos sectores, la IA tiene un inmenso potencial. Por ejemplo, el análisis de datos puede ayudar a muchos sectores de la economía azul. Monitorear los ecosistemas oceánicos y recopilar información es una tarea compleja, costosa y que requiere mucho tiempo. Sin embargo, los vehículos submarinos autónomos pueden recopilar rápidamente información valiosa que los humanos pueden utilizar en la conservación marina.
Las prácticas de pesca destructivas tienen un impacto significativo en la biodiversidad de los océanos. Si estas actividades de pesca ilegal persisten, pueden causar graves daños a los ecosistemas marinos y a las personas que dependen del océano para su sustento. Con la IA analizando diferentes datos, puede detectar actividades sospechosas y alertar a las autoridades de la situación.
Los algoritmos de aprendizaje automático que identifican patrones de pesca ilegal, la automatización de diversos procesos marítimos, los drones, los sensores, las cámaras, las redes de radio de baja potencia y la tecnología satelital pueden monitorizar de forma remota el comportamiento de la vida salvaje y los cambios en el hábitat en tiempo real, realizando un seguimiento y monitorizando el impacto en el entorno a nivel de especie para para detener la pesca furtiva y la destrucción del hábitat.
La IA también puede ayudar a la industria de la biotecnología marina, así como a otros sectores de la economía azul. Por ejemplo, las herramientas de inteligencia artificial pueden ayudar a desarrollar biocombustibles y productos farmacéuticos, mejorando el proceso de selección de componentes y materiales recopilados de estos diversos ecosistemas para ayudar en el desarrollo de nuevos medicamentos.
Las herramientas de weather routing, pueden utilizarse en predicciones meteorológicas para trazar una mejor ruta por mar, aprovechando condiciones oceánicas favorables para ahorrar tiempo y combustible. Esto se consigue por medio de modelización apoyada en IA, y aplicando algoritmos de optimización.
Las tecnologías marinas, entre las que se incluyen plataformas, como las tuberías, sistemas de observación, sensores y tecnologías de comunicación, permiten sumergirnos en las profundidades del océano y examinar, grabar y analizar de una forma científica los misterios de sus aguas.
El sector de la energía renovable en alta mar, junto con las compañías de tecnología, investigadores y legisladores, puede liderar el desarrollo y la implementación de soluciones innovadoras que protejan los océanos y aprovechen el potencial de esta energía.
Estos son solo algunos ejemplos de los impactos positivos que puede tener la innovación y la IA en los sectores involucrados en la economía azul.
Para lograr estos y otros resultados es necesario que las empresas comprendan la importancia de darle un valor diferencial a sus productos y servicios. Invertir en una economía oceánica sostenible no se trata solo de generar rendimientos superiores ajustados al riesgo, sino también de brindar protección y restauración de recursos azules más intangibles.
Los asesores de inversión y los propietarios de activos pueden respaldar la inversión en la economía azul, lo que incluye involucrar a las empresas y empujarlas hacia un mejor comportamiento, productos y servicios. Y las entidades públicas deben actuar como facilitadoras de la innovación privada.
Nuestro país y especialmente nuestra región de la Patagonia debe abrirse al mundo y aliarse con socios estratégicos en estos sectores. Los mismos les permitirán a las empresas, argentinas y extranjeras, acceder a capitales de financiación, transferencia tecnológica, mejora de la infraestructura, generación de economías de escala y, finalmente, ganar productividad y competitividad.