Por María Isabel Zárate. Titular en MIZ & Asociados / Patagonia Blue Accelerator
En el marco de la Seafood Global Exhibition, realizada en el mes de abril en Barcelona, se mencionó en varias oportunidades el término de pesca sostenible. Se repetía que debía ser un pilar que determine desde las prácticas pesqueras de cada embarcación hasta la gestión de la industria.
En nuestra región de la Patagonia Argentina costera, donde la pesca es silvestre, profesional y controlada, en aguas abiertas, es imprescindible establecer procesos y estándares que cuiden los recursos, asegurando que la relación con las pesquerías asegure su supervivencia.
Según la FAO, “la ordenación de la pesca debería fomentar el mantenimiento de la calidad, la diversidad y disponibilidad de los recursos pesqueros en cantidad suficiente para las generaciones presentes y futuras, en el contexto de la seguridad alimentaria, el alivio de la pobreza, y el desarrollo sostenible”.
Sellos internacionales determinan si una pesquería es sostenible y se está gestionando de forma adecuada. Sobre el mes de marzo, el langostino del Chubut entró en el proceso de “evaluación plena” en el camino para la obtención del sello que otorga Marine Stewardship Council (MSC).
¿Qué significa? MSC establece los estándares para la pesca sostenible y trazabilidad de los productos pesqueros sostenibles con certificación; confirma que esa pesquería está bien gestionada y que está salvaguardando los recursos marinos y medios de vida que dependen de la pesca para las generaciones futuras. Ayuda a satisfacer la creciente demanda de productos pesqueros sostenibles con trazabilidad, a consolidar un prestigio y a ofrecer, a su vez, nuevas oportunidades comerciales.
Los consumidores están privilegiando cada vez más los productos de los que conoce su procedencia, su proceso, como es el camino que han tenido hasta llegar a sus platos. En este contexto, las certificaciones que aseguran esa trazabilidad agregan valor a las producciones. El tan nombrado “agregado de valor”, se puede alcanzar por ejemplo, con la obtención de certificaciones que haga foco en las buenas prácticas, en los procesos, en pensar la actividad desde el lado de la protección.¿Esto va en contra de los retornos que toda actividad económica necesita? Definitivamente, no. Se trata de inversiones que luego le dan valor a los productos.
Las economías tradicionales hacían hincapié en que para ser competitivos había que tener productos y servicios de menor costo. Ese concepto ha virado en torno a las nuevas economías. No se trata ahora de ser baratos, si no de ser diferentes. Que quienes nos elijan, saben que están decidiendo por productos distintos, con características únicas.
El langostino del Chubut tiene esas características. Pescados en aguas abiertas, con procesos controlados. Quienes se animaron a comenzar el camino de la certificación MSC han encarado acciones que garantizan el estándar de sustentabilidad, basado en el Código de Conducta de Pesca Responsable de la FAO y empresas certificadoras como Bureau Veritas auditan las pesquerías para verificar si están conformes a dicho estándar. A su vez, obliga a capacitar a los recursos humanos involucrados en los procesos para poder cumplir con los parámetros exigidos.
Las innovaciones en la industria pesquera tienden a incorporarse a través del diseño de nuevos productos, del ingreso a mercados rigurosos y de la transformación de los procesos por la adquisición de insumos y equipamientos vinculados a la automatización incorporándose en los últimos tiempos los productos-servicio con la trazabilidad como eje vertebrador de las iniciativas.
Las exigencias de certificaciones internacionales y el cumplimiento de normativas de diferentes jurisdicciones a través de la provisión de información procesual y georreferenciada sustentada por las TIC -tecnologías de la información y de la comunicación- consolidan la incorporación de la trazabilidad en los productos pesqueros como vehículo para desalentar la pesca ilegal y fomentar prácticas más sostenibles en términos productivos.
Mercados altamente competitivos, consumidores más exigentes, giro hacia lo amigable y responsable con la biodiversidad y el medio ambiente marino, impulsan la trazabilidad de los productos pesqueros. Mucho por aprender y una demanda que apura estas condiciones para el consumo. Es el desafío para diferenciarnos.