Una imagen dice más que mil palabras, y en este caso, la fotografía del barco artesanal «Siempre Don Toribio» entrando al puerto de Rawson cargado hasta el límite con cajones de langostino desató una nueva polémica en el mundo pesquero. Este buque, planchado al mar mostrando claramente excede el límite permitido por ley, pone en evidencia una situación que, lejos de ser aislada, se presenta como una constante amenaza a las regulaciones vigentes en el Puerto de Rawson.
Al «Siempre Don Toribio», al parecer, no le alcanza con cumplir con la cuota establecida para los barcos artesanales, fijada en 550 cajones de langostino. La imagen muestra claramente que el buque ingresó al puerto con una carga que fácilmente podría hasta duplicar ese límite de captura. Este excedente no solo desafía las normativas, sino que también pone en riesgo la seguridad de la navegación y sus tripulantes.
Es crucial señalar que los barcos artesanales, que representan una actividad extractiva de pequeña escala, como así lo señala la propia Ley de Pesca, están sujetos a límites específicos, no solo en cuanto a la cantidad de captura, sino también en la estructura de sus embarcaciones. La reciente modificación de la Ley de Pesca de Chubut permitió a estos barcos aumentar su eslora de arqueo de 9,90 a 10,50 metros, brindándoles una mayor capacidad operativa. Sin embargo, el «Siempre Don Toribio» parece haber llevado esta libertad a extremos peligrosos.
La situación también plantea interrogantes sobre la eficacia de los organismos encargados de la regulación y fiscalización de la pesca en la provincia de Chubut. Tanto la Prefectura Naval, responsable de la seguridad en la navegación, como la Secretaría de Pesca de Chubut, hoy encabezada por Andrés Arbeletche, encargada de la fiscalización y descarga de la pesca en los puertos, deben responder sobre por qué no se han aplicado multas o registrado infracciones ante esta clara violación de las normativas.
Es fundamental recordar que estas regulaciones no son caprichosas. Además de consideraciones económicas, que implican impuestos y empleo, están diseñadas para garantizar la seguridad de los barcos. El reciente episodio del hundimiento del Foca M al inicio de la temporada de aguas provinciales, a pocos kilómetros de Rawson, aún fresco en la memoria, debería servir como recordatorio de los peligros asociados con el incumplimiento de los límites establecidos. Si bien los motivos del hundimiento nunca fueron del todo aclarados, más de uno en la banquina del puerto se aventuró a sostener que se trató de una vuelta de campana motivada por algún exceso de este tipo.
En un entorno donde la estabilidad de los barcos artesanales es crucial, desafiar las normativas y sobrepasar límites podría tener consecuencias trágicas. Es imperativo que la flota artesanal, además de renovar sus barcos, se ajuste con mayor rigor a las normativas vigentes, evitando así poner en riesgo no solo la sostenibilidad de la pesca, sino también la seguridad de sus tripulantes y la integridad de las aguas que surcan.
En este contexto de incertidumbre financiera, la tentación de desafiar límites y buscar mayores capturas puede entenderse como un intento desesperado por asegurar la supervivencia económica.
No obstante, es fundamental subrayar que esta crisis no puede convertirse en una justificación para eludir las normas. Es obligación de la comunidad pesquera y las autoridades reguladoras, con la Secretaría de Pesca a la cabeza, mantengan acciones sostenibles y viables para convivir en el mismo puerto.